LA SOPA DE MISO
La tradicional sopa
de miso, estrella de la cocina japonesa, cuenta con múltiples
propiedades nutricionales de los que nos podemos beneficiar.
El miso es una pasta
elaborada con soja fermentada, por lo que cuenta con probióticos,
muy beneficiosos para nuestra microbiota.
Puede ser blanco,
marrón o rojo, dependiendo del tiempo de fermentación.
Está el Hatcho miso
que sólo está elaborado con soja, otros tienen cereales. Yo
aconsejo prepararla con Hatcho para evitar problemas de gluten.
Es alcalinizante y
nos aporta calor interno, nos ayuda a cuidar el yang durante los
meses friós, aportando una agradable sensación interna.
Se dice, aunque no
está demostrado, que nos puede ayudar a eliminar exceso de radiación
de nuestro organismo.
Deliciosa en su
sabor, fácil y rápida de preparar.
Hay muchas maneras
de cocinarla, la tradicional se hace con un caldo suave de alga
wakame y copos de atún, llamado caldo dashi al que se le añade
después la pasta de soja fermentada, el miso.
Para los
vegetarianos se puede preparar un caldo de verduras añadiendo un
trozo de alga wakame y un trocito de kombu, además de puerro,
zanahoria, cebolleta…
A mí
particularmente para incrementar sus propiedades equilibrantes y
energéticas me gusta añadir shiitake y si hay problemas de flema o
exceso de mucosidad un poco de daikon.
Este es un rábano
japonés, que nos ayuda a metabolizar la flema, si nos gusta se puede
añadir un poco de tofu.
Cuando tenemos el
caldo preparado, disolveremos una cucharadita pequeña por ración de
pasta de miso en un poco de caldo fuera del fuego, pues no conviene
que hierva para conservar los probióticos.
Y ya estará lista
para tomar, os animo a probarla y consumirla con regularidad en invierno, pues es en verdad un alimento medicina.
Ana Isabel Gallego