¿Me divorcio? ¿Sí o no? ¿Y los niños?
Estas son las preguntas más habituales que nos llegan a
muchos terapeutas a las consultas y a los cursos de autoayuda.
Cuando una relación va mal, cuando hay más silencios que
conversaciones, más ratos de “no quiero volver a casa”, cuando buscas cualquier
excusa o actividad para evitar compartir tu tiempo libre con tu pareja, algo
falla.
¿Los niños?
Está claro todos, repetimos los patrones de conducta que
hemos visto en nuestros adultos, por lo que el referente de las relaciones para
los niños, será el que han visto en los padres.
Si los niños ven a sus padres discutiendo, con falta de
comunicación, con falta de cariño y de muestras de éste, es lo que están
recibiendo como información, con la tendencia a repetirlo.
Aunque no se discuta delante de los niños, aunque haya
respeto, si no hay alegría, bienestar y felicidad, eso lo notan y crea
tensiones.
Muchos niños, tendrá problemas de estudio, de concentración,
de hiperactividad, de conducta, tratando de llamar la atención, porque están
viviendo en casa, respirando un ambiente de estrés y de tensión, en lugar de un
hogar armonioso.
No podemos dar lo que no tenemos, y si no somos felices, si
no tenemos una relación de pareja plena y satisfactoria, que nos aporte alegría
en el día a día, además de somatizarlo nosotros en alguna parte de nuestro
cuerpo, lo estamos emitiendo en nuestro campo energético, por lo tanto
difícilmente nuestras vidas serán armoniosas.
Por eso es preferible para los niños, ver unos padres
felices y divorciados, que unos padres amargados siempre y casados para
mantener un modelo familiar, que ya no es válido con la energía en la que
estamos.
Uno hogar que invita a pasar tiempo en él, cálido , acogedor
y que aporta seguridad a los niños, y una buena base o colchón de apoyo
relacional, no tiene porqué ser el modelo de familiar al que hemos estado
acostumbrado.
Una relación de pareja en el que no se es feliz,
inevitablemente, acabará en infidelidad por parte de alguno de los dos, o por
ambos, con el consiguiente ambiente de tensión, por las mentiras, y así vamos
complicando todavía más la energía y los patrones de conducta que van
aprendiendo nuestros hijos.
A los niños hay que hablarles con total sinceridad siempre,
y con naturalidad, si una relación de pareja se acaba, hay que solucionarlo de
una manera amistosa, y que los niños vean que la vida es cambio, que no pasa
nada, y que a lo largo de nuestras vidas pasarán personas con las que tenemos
que caminar una etapa, compartir unas experiencias, y cuando éstas se terminan
hay que fluir y dejar ir, sin traumas ni sufrimientos, ni apegos, con
naturalidad y con gratitud.
Esta será la mejor herencia que podamos dejar a nuestros
hijos, un patrón de conducta en el que vean que ser feliz no es egoísta, sino
un derecho divino.
Enseñemos a nuestros
hijos con nuestro ejemplo, viviendo con total coherencia y sinceridad,
enseñando a crear sus vidas desde su felicidad, pues como decíamos antes no se
puede dar lo que no se tiene, y si
alguien no está alegre, feliz y vive amargado, le amarga la vida a los que le
rodean.
Eso sí, no vale divorciarse y ya, hay que hacer un trabajo
personal de conocimiento, de liberación de lazos, de energía sexual, y sobre
todo entender por qué atrajimos esa relación, si estábamos repitiendo un
patrón, si tenemos que sanar nuestra relación padre – madre, nuestro patrón
femenino o masculino, y un largo etc., porque como todo en esta vida, se trata
de aprender de la experiencia para no tener que repetirla en sucesivas
relaciones, a menudo igual de tóxicas con la consiguiente sensación de fracaso.
Y ahí es cuando empezaremos a crecer, y de nuevo a ayudar a
nuestros hijos que no repitan ese patrón y sean capaces de atraer relaciones
sanas de verdadero amor a sus vidas.
Ana Isabel Gallego
Escuela de Crecimiento Personal Krystal Esmeralda.
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