Centro Krystal Esmeralda

domingo, 13 de agosto de 2017

¿Me divorcio? ¿Sí o no? ¿Y los niños?

¿Me divorcio? ¿Sí o no? ¿Y los niños?

Estas son las preguntas más habituales que nos llegan a muchos terapeutas a las consultas y a los cursos de autoayuda.

Cuando una relación va mal, cuando hay más silencios que conversaciones, más ratos de “no quiero volver a casa”, cuando buscas cualquier excusa o actividad para evitar compartir tu tiempo libre con tu pareja, algo falla.

¿Los niños?

Está claro todos, repetimos los patrones de conducta que hemos visto en nuestros adultos, por lo que el referente de las relaciones para los niños, será el que han visto en los padres.

Si los niños ven a sus padres discutiendo, con falta de comunicación, con falta de cariño y de muestras de éste, es lo que están recibiendo como información, con la tendencia a repetirlo.

Aunque no se discuta delante de los niños, aunque haya respeto, si no hay alegría, bienestar y felicidad, eso lo notan y crea tensiones.

Muchos niños, tendrá problemas de estudio, de concentración, de hiperactividad, de conducta, tratando de llamar la atención, porque están viviendo en casa, respirando un ambiente de estrés y de tensión, en lugar de un hogar armonioso.

No podemos dar lo que no tenemos, y si no somos felices, si no tenemos una relación de pareja plena y satisfactoria, que nos aporte alegría en el día a día, además de somatizarlo nosotros en alguna parte de nuestro cuerpo, lo estamos emitiendo en nuestro campo energético, por lo tanto difícilmente nuestras vidas serán armoniosas.

Por eso es preferible para los niños, ver unos padres felices y divorciados, que unos padres amargados siempre y casados para mantener un modelo familiar, que ya no es válido con la energía en la que estamos.
Uno hogar que invita a pasar tiempo en él, cálido , acogedor y que aporta seguridad a los niños, y una buena base o colchón de apoyo relacional, no tiene porqué ser el modelo de familiar al que hemos estado acostumbrado.

Una relación de pareja en el que no se es feliz, inevitablemente, acabará en infidelidad por parte de alguno de los dos, o por ambos, con el consiguiente ambiente de tensión, por las mentiras, y así vamos complicando todavía más la energía y los patrones de conducta que van aprendiendo nuestros hijos.

A los niños hay que hablarles con total sinceridad siempre, y con naturalidad, si una relación de pareja se acaba, hay que solucionarlo de una manera amistosa, y que los niños vean que la vida es cambio, que no pasa nada, y que a lo largo de nuestras vidas pasarán personas con las que tenemos que caminar una etapa, compartir unas experiencias, y cuando éstas se terminan hay que fluir y dejar ir, sin traumas ni sufrimientos, ni apegos, con naturalidad y con gratitud.

Esta será la mejor herencia que podamos dejar a nuestros hijos, un patrón de conducta en el que vean que ser feliz no es egoísta, sino un derecho divino.

Enseñemos   a nuestros hijos con nuestro ejemplo, viviendo con total coherencia y sinceridad, enseñando a crear sus vidas desde su felicidad, pues como decíamos antes no se puede dar lo que no se tiene, y  si alguien no está alegre, feliz y vive amargado, le amarga la vida a los que le rodean.

Eso sí, no vale divorciarse y ya, hay que hacer un trabajo personal de conocimiento, de liberación de lazos, de energía sexual, y sobre todo entender por qué atrajimos esa relación, si estábamos repitiendo un patrón, si tenemos que sanar nuestra relación padre – madre, nuestro patrón femenino o masculino, y un largo etc., porque como todo en esta vida, se trata de aprender de la experiencia para no tener que repetirla en sucesivas relaciones, a menudo igual de tóxicas con la consiguiente sensación de fracaso.

Y ahí es cuando empezaremos a crecer, y de nuevo a ayudar a nuestros hijos que no repitan ese patrón y sean capaces de atraer relaciones sanas de verdadero amor a sus vidas.

Ana Isabel Gallego

Escuela de Crecimiento Personal Krystal Esmeralda.

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